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56 Pág. Abuela Xanino Los cuentos de la Abuela Xanino

 

Cuando tenía toda la cara embadurnada con una pomada que le puso la Mariquita Antoñita, llegó Tadeo al Hospital haciendo pucheros porque, la verdad es que quería mucho a su Babosita Milagritos y le dio un abrazo tan fuerte que casi se le escapa de las manos de lo resbaladiza que estaba con tanto pringue como le habían puesto pero, bueno, eso no le importó. Al día siguiente, Milagritos tenía otra vez su cara tan limpia como siempre y aunque tuvo que estar un mes sin ponerse ninguna crema ni maquillaje y por lo tanto sin salir de casa para que nadie la viera, esto le sirvió para que dejara de presumir de Alcaldesa, hizo las paces con su marido el caracol Tadeo y al Topillo Pitymy le compró sólo lo que era absolutamente necesario.

Desde entonces se preocupó nada más que de sacar a pasear a sus dos hijitos y de prepararle unas buenas comidas a su caracol Tadeo y aunque, de vez en cuando, echaba de menos dar alguna conferencia que otra, pensó en que ya buscaría algún científico de esos pesados que explican cosas que nadie entiende o algún sabio raro de esos que saben muchas cosas pero que las olvidan enseguida, y los invitaría a que dieran conferencias para las señoras del jardín. Naturalmente ella se sentaría en la tarima al lado del conferenciante, para eso era la organizadora. Bueno... todo eso eran cosas que se le ocurrían a Milagritos para no aburrirse.

¡Ah! La revista "Dimes y Diretes" en la que se veían las fotos de Milagritos hecha una pena, no salieron a la venta porque el primer ejemplar, que fue a parar al Ayuntamiento, cuando lo vio el caracol Tadeo, llamó a la lagartija Trapisondas y le dijo, ¡muy enfadado! que si no las retiraba le cerraba la imprenta por desacato a la autoridad. De su Milagritos no se reía nadie... ¡Faltaría más...!

Trapisondas echó alguna que otra lagrimita porque sabía que la revista habría tenido mucho éxito con aquellas fotos pero no quiso empeorar las cosas y aquella semana no hubo tirada de "Dimes y Diretes". Es que todo no puede ser..., ¡de verdad... vamoooos...!